Intentaré que no me araste la marea.

Nunca sabemos cual será el siguiente escalón, andamos ciegos ante la incertidumbre de la próxima caída, de la próxima sorpresa o del próximo inolvidable error que ns cambiara por completo. Andamos a tientas buscando algo que nunca sabremos que es y aun así seguimos andando seguros, con la única convicción de que quizá no haya ninguna y con la esperanza de que al menos el próximo paso nos haga vivir un poco más.

Porque vivimos alimentando nuestro ego y nuestra seguridad para no tener que mirarnos de frente y comernos la verdad. Porque nuestro orgullo no nos deja vivir, dejarnos llevar porque probablemente y sin ninguna duda, esto suena demasiado bien para nuestros cobardes corazones que huyen a toda costa del maravilloso sufrimiento de la vida.