Adiós..

Quizás nos sea una bonita forma de empezar una carta, pero creo que es la más autentica. Me despido de ti, infame mentira, me alejo de ti, embustera injusticia. Me iré lejos, lo más lejos posible de tu vista. Tal vez eche de menos tus abrazos, tus caricias usuales, tu mirada cautivadora (que loca me volvía), cada gesto de tu ser, tantos años a tu merced.


Lo que siempre he odiado de ti, era cuando me cogías, cierto es que me sentía segura, pero me hacías daño, ¡me escuchas! ¡ Me hacías daño!. Sentía un gran peso en mis manos, el que me hacía darme cuenta de que tú estabas ahí, a mi lado, que me seguías a todos lados. Era raro, lo admito, iba andando por una oscura calle, y me quedaba embobada mirando cada mirada que pasaba, parecía ilógico, pero te veía en cada una de esas personas, de esas miradas. Así que empecé a pensar que tu presencia era de por vida.


Pero un buen día, como tantos, iba fijándome en los pasos de la gente, cuando de repente y sin previo aviso, divise entre la multitud un grupo de gente sin tu compañía. ¡Jà!, ellos lo habían logrado. Habían escapado de tus garras, de tus mentiras, de tu deslealtad. Ya no importaba tantos años a tu lado, ni tu jodida seguridad. ¿Lo entiendes? Ya todo había cambiado. Así que me despido. Me aparto de tu compañía.


No te deseo ni bien ni mal, ni alegría ni tristeza. Solo quiero que poco apoco desaparezcas, sin desaparecer, que te escondas, que vivas pero dejes vivir. Yo logre darme cuenta de que podía darte la espalda, y seguir sola ¡sola!.

No te lo tomes mal, sabes que es ley de vida, que haya gentes que logren quitarse tus esposas, creo que hasta te sientes feliz de mi, de que me allá dado cuenta. Siempre recordare como me pellizcabas con increíble suavidad, para hacer mella de tu presencia y que me sintiera protegida. Luego me mirabas, y yo como una tonta sonreía. Pero siempre has sabido, que soy un alma con aspiraciones demasiado altas para ti, quizás algunas demasiado ambiciosas.


Además, reniego de tu seguridad o tu convicción, quiero ser libre, ¡me oyes!, quiero romper tus leyes, tu estructura, tu alma. No soy una vil persona, sabes que tu presencia en el mundo, poco a poco se esfumara. Las gentes quieren ser ellos mismos, ya no cabe tu inseguridad, tu espanto, tu cobardía. Por ser como eres el mundo ha perdido mucho, has hecho romper corazones, perder únicas ocasiones, derrumbar almas, creaste complejidad y terror.


¿Entiendes porque me alejo de ti?




Timidez, injusticia, cobardía, miedo,…condena…te dejo.


Adíos.